domingo, 20 de junio de 2010


1 comentario:

  1. Viviendo en esta santa casa, haz esto: permanece atento en la iglesia, familiarízate con los oficios, vísperas, completas, vigilias nocturnas, maitines, lecturas de las horas. Durante la Liturgia, permanece de pie, los ojos fijos sobre un icono o un cirio. Que la hediondez de tus distracciones no se mezcle con el incienso de la salmodia. En tu celda, aplícate a la lectura, sobre todo del Salterio. Relee cada versículo muchas veces, a fin de grabarlo en tu memoria. Si tienes trabajo, hazlo. Si se te llama para una obediencia, ve. Trabajando, repite continuamente la plegaria:

    “Señor Jesucristo, Hijo de Dios,

    ten piedad de mí, pecador.”

    Orando, escúchate a ti mismo, es decir, une tu espíritu al corazón. Al principio, un día o dos, o más, ora con tu razón, pronunciando separadamente cada palabra. Luego, cuando el Señor haya reconfortado tu corazón, por su gracia, en unión con el Espíritu, tu plegaria fluirá sin interrupción y estará siempre contigo, regocijándote y alimentándote. Cuando obtengas este alimento espiritual, es decir el diálogo con el mismo Señor, ¿para qué ir a las celdas de los hermanos aun cuando te inviten? En verdad os digo: el amor por la charlatanería es también el amor de la pereza. Si no te comprendes a ti mismo, ¿dé qué puedes discutir con los otros? ¿qué puedes aprender de ellos? Calla. Calla todo el tiempo, recuerda siempre la presencia de Dios y de su Nombre. No entres en conversación con nadie, cuídate de criticar a los burlones y a los parlanchines. Sé sordo y mudo

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